sábado, 13 de octubre de 2012

Berrinches ¿qué podemos hacer?


Mamita seguiremos aportando a la formación de tu hijo/a mediante estos breves extractos de información, esperamos te sirva de apoyo.

Cuando vemos a niños de 2, 3 o 4 años de edad haciendo un tremendo berrinche, los vemos que son sumamente voluntariosos, pensamos habitualmente: es un niño mal educado, mimado y que está manipulando a sus propios padres.
Lamentablemente en muchos casos esa es la razón por la que el niño está haciendo berrinches: porque la poca o nula educación y disciplina es lo que refleja ese estado de
conducta.

Los padres y los berrinches
Desgraciadamente hay padres que no solamente no les enseñan a sus hijos a no ser berrinchudos, sino que aun favorecen esa situación de berrinches. Por ejemplo, cuando el niño está haciendo un berrinche y los padres detestan ver esas escenas, y para calmarlo le dan lo que el niño está pidiendo, entonces ¿qué les están enseñando, a sus hijos? Precisamente eso, que a través de los berrinches pueden lograr y obtener aquello que de otra forma no lo obtendrían.
Esperanza para la Familia, A. C. Núm. en Catálogo: 0148 Pag.1

Los berrinches en los niños
Es normal que en esa edad se dé cierto cambio de conducta por la misma independencia que el niño está logrando. No va a tener la misma conducta que un niño de 6 o 7 meses, su conducta es distinta.
Una cosa es tener a un niño de 2 a 4 años que hace berrinches, y otra cosa es que el niño crezca, deje de ser niño y llegue a la adolescencia con esa pobre formación. En ese momento, ya la circunstancia cambia totalmente. Son adolescentes que siempre tratan de salirse con la suya de forma deshonesta, aprenden a manipular a otros niños, a adultos, o maestros, y empiezan a tener problemas de conducta ya a otro nivel.

Parece curioso pero cuando los niños empiezan a hacer berrinches, los padres hacen su propio berrinche y parece una competencia, por un lado el niño llora y patalea y por
otro el padre grita y le da nalgadas, y no sabes a quién irle, pareciera una competencia.
Plan de ataque para enfrentarte a los berrinches de tu pequeño
Mantén la sangre fría: Aunque es comprensible que te enfades cuando tu hijo está chillando recuerda que el adulto eres tú. Si mantienes la calma, tendrás más posibilidades de que se apacigüe enseguida. Para mantener los nervios a raya, respira hondo, cuenta hasta 10 o dale la espalda al niño. Nunca le grites ni le pegues.
Ignóralo: Si la aplicas correctamente, esta técnica es infalible. No hacerle caso significa no hablarle, evitar el contacto físico y visual con él y, si es preciso, irte a hacer cualquier cosa. Conseguirás el resultado deseado y posiblemente mucho antes que sí hubieras intentado razonar con él. Una vez superada la rabieta, no olvides decirle lo contenta que estás de que se haya calmado y darle un fuerte abrazo.
Distráelo: Esta técnica puede aplicarse en combinación con la de no hacer caso. Al tiempo que le prestas atención, pon distancia entre los dos empezados a hablar de otra cosa como si fuera de los más interesante. Por ejemplo: “Vaya, este libro de figuritas que lindo. Voy a echarle un vistazo”. Si el niño se te acerca pero no deja de llorar, sigue sin prestarle atención hasta que se calme. Entonces, recompénsale mirando juntos el libro.
Pausa/rincón de reflexión: Durante los primeros años de tu hijo, el sistema de la pausa o el rincón de reflexión no debería ser tu primer recurso, pero si el berrinche se vuelve agresivo, puede resultar útil. Antes de ponerlo en práctica deberías advertírselo al niño. Por ejemplo: “Si vuelves a tirar los juguetes, te mandará un rato a la silla del rincón”. Si vuelve a las andadas, llévale a un lugar seguro donde no haya estímulos y déjale allí durante tantos minutos como años tenga. A continuación, ve a verle y explícale por qué lo has “castigado” allí y pídele que se porte bien.
Muéstrate firme (es imprescindible): Recuerda que cuando dices NO, debes ser fiel a tu mensaje. Si tu hijo recibe mensajes claros, comprensibles y coherentes, se sentirá seguro y arropado en su entorno. Si dices una cosa y haces otra, le crearás confusión y, antes o después, tendrás que vértelas con otro berrinche.

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