Mamita
seguiremos aportando a la formación de tu hijo/a mediante estos breves
extractos de información, esperamos te sirva de apoyo.
Cuando
vemos a niños de 2, 3 o 4 años de edad haciendo un tremendo berrinche, los
vemos que son sumamente voluntariosos, pensamos habitualmente: es un niño mal
educado, mimado y que está manipulando a sus propios padres.
Lamentablemente
en muchos casos esa es la razón por la que el niño está haciendo berrinches:
porque la poca o nula educación y disciplina es lo que refleja ese estado de
conducta.
Los
padres y los berrinches
Desgraciadamente
hay padres que no solamente no les enseñan a sus hijos a no ser berrinchudos,
sino que aun favorecen esa situación de berrinches. Por ejemplo, cuando el niño
está haciendo un berrinche y los padres detestan ver esas escenas, y para
calmarlo le dan lo que el niño está pidiendo, entonces ¿qué les están enseñando,
a sus hijos? Precisamente eso, que a través de los berrinches pueden lograr y
obtener aquello que de otra forma no lo obtendrían.
Esperanza para la Familia, A.
C. Núm. en Catálogo: 0148 Pag.1
Los
berrinches en los niños
Es normal
que en esa edad se dé cierto cambio de conducta por la misma independencia que
el niño está logrando. No va a tener la misma conducta que un niño de 6 o 7
meses, su conducta es distinta.
Una cosa es
tener a un niño de 2 a 4 años que hace berrinches, y otra cosa es que el niño
crezca, deje de ser niño y llegue a la adolescencia con esa pobre formación. En
ese momento, ya la circunstancia cambia totalmente. Son adolescentes que siempre
tratan de salirse con la suya de forma deshonesta, aprenden a manipular a otros
niños, a adultos, o maestros, y empiezan a tener problemas de conducta ya a
otro nivel.
Parece
curioso pero cuando los niños empiezan a hacer berrinches, los padres hacen su
propio berrinche y parece una competencia, por un lado el niño llora y patalea
y por
otro el
padre grita y le da nalgadas, y no sabes a quién irle, pareciera una
competencia.
Plan de ataque para
enfrentarte a los berrinches
de tu pequeño
Mantén
la sangre fría:
Aunque es comprensible que te enfades cuando tu hijo está chillando recuerda
que el adulto eres tú. Si mantienes la calma, tendrás más posibilidades de que
se apacigüe enseguida. Para mantener los nervios a raya, respira hondo, cuenta
hasta 10 o dale la espalda al niño. Nunca le grites ni le pegues.
Ignóralo:
Si la aplicas
correctamente, esta técnica es infalible. No hacerle caso significa no
hablarle, evitar el contacto físico y visual con él y, si es preciso, irte a
hacer cualquier cosa. Conseguirás el resultado deseado y posiblemente mucho
antes que sí hubieras intentado razonar con él. Una vez superada la rabieta, no
olvides decirle lo contenta que estás de que se haya calmado y darle un fuerte
abrazo.
Distráelo:
Esta técnica
puede aplicarse en combinación con la de no hacer caso. Al tiempo que le
prestas atención, pon distancia entre los dos empezados a hablar de otra cosa
como si fuera de los más interesante. Por ejemplo: “Vaya, este libro de
figuritas que lindo. Voy a echarle un vistazo”. Si el niño se te acerca pero no
deja de llorar, sigue sin prestarle atención hasta que se calme. Entonces,
recompénsale mirando juntos el libro.
Pausa/rincón
de reflexión:
Durante los primeros años de tu hijo, el sistema de la pausa o el rincón de
reflexión no debería ser tu primer recurso, pero si el berrinche se vuelve
agresivo, puede resultar útil. Antes de ponerlo en práctica deberías
advertírselo al niño. Por ejemplo: “Si vuelves a tirar los juguetes, te mandará
un rato a la silla del rincón”. Si vuelve a las andadas, llévale a un lugar seguro donde no haya estímulos y déjale allí durante
tantos minutos como años tenga. A continuación, ve a verle y explícale por
qué lo has “castigado” allí y pídele que se porte bien.
Muéstrate
firme (es imprescindible):
Recuerda que cuando dices NO, debes ser fiel a tu mensaje. Si tu
hijo recibe mensajes claros, comprensibles y coherentes, se sentirá seguro y
arropado en su entorno. Si dices una cosa y haces otra, le crearás confusión y,
antes o después, tendrás que vértelas con otro berrinche.